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Aunque diseñadores de todo México, y en particular de algunos estados como Jalisco, destacan en la industria de la moda a nivel mundial ya sea por su talento, sus diseños o por la innovación de sus prendas, la mayoría de estos profesionales -eminentemente creativos-, adolece de una formación empresarial.
En entrevista con El Economista, Jacob Pulido, director de Fashion Forward, Incubadora de Negocios de Moda, comentó que la ausencia de una preparación gerencial y empresarial durante el desarrollo de la carrera profesional de los licenciados en Diseño de Modas, lleva a la mayoría de los emprendedores de este sector al fracaso o, en el mejor de los casos, a invertir varios años antes de concretar su marca.
“Las universidades que imparten educación relacionada con la industria de la moda, ofrecen formación técnica: cómo hacer, cómo cortar, cómo coser, etcétera, pero el negocio como tal, requiere conocimientos gerenciales, empresariales”, mencionó.
Luego de ver a decenas de sus alumnos intentar emprender sin éxito, Jacob Pulido y el Centro de Diseño de Modas conformaron en Jalisco la primera incubadora especializada en este sector y en los últimos cuatro años, han incubado 300 marcas de moda tanto en México como en otros países latinoamericanos de los cuales, 80% han alcanzado su punto de equilibrio y se han consolidado como negocios.
“El tiempo estimado para que un negocio de la moda se consolide, ronda los cinco a seis años, y la incubadora puede lograr esta consolidación, hablando no de posicionamiento de marca o imagen, sino de negocio que llegue a su punto de equilibrio y se mantenga solo, estamos hablando de que se reduce a dos años y medio aproximadamente”, detalló Jacob Pulido.
La incubación de negocios de la moda se realiza a través de 24 módulos “enfocados en puntos vitales del mismo negocio; desde los básicos como finanzas, contabilidad, hasta puntos tan específicos como estrategia del comprador; es decir, cómo voy a presentar mi marca ante un posible comprador, ya sea boutique, sea tienda departamental, minorista, etcétera”.
Fuente: El Economista